Y
fue durante mi viaje por el Sur Este de Asia, que tuve la oportunidad de viajar
por Tailandia, Laos, Camboya, y Vietnam y también tuve el privilegio de hacer
un viaje muy anhelado por India y Nepal.
Así
que me sentaré a escribir para relataros un poco de mi viaje que tuvo lugar en
India. Aún me encontraba descansando en Bangkok, pocos días de haber regresado
del sur a donde había ido con mi amiga Sara, después de la experiencia,
cada vez más turística de la fiesta de
"Full Moon Party" (Fiesta de la Luna Llena) en la isla de Ko Pha
Ngan.
La
verdad es, debo reconocer, no estaba dentro mis planes viajar por India pero un
día, mientras hacía un recorrido por los mercados de la ciudad conocí a una
chica japonesa que me convenció, me dijo que India es un país que no tiene
medias tintas que la odiaría o se me metería por la venas, pero que nunca
podría dejarme indiferente, así que no fue tan difícil convencerme que tenía
que verificarlo por mí mismo.
En
una semana arreglé toda la documentación y mi visado, que me lo arreglaron en
el mismo hostal donde me hospedaba por el módico importe de 50 US Dólares.
Después compré mi boleto aéreo, y entre tanto, devoraba toda información que
tenía acerca de mi nuevo destino, siempre con mi inseparable copia de mi
"Lonely Planet India". Deseaba saber más acerca de este enigmático
país.
Así
fue que, de nuevo me embarcaba a un nuevo país, a un nuevo desconocido y a
tierras de las que prácticamente no sabía nada. Mi vuelo desde Bangkok a Calcuta
(ahora Kolkata) transcurrió sin
novedades y fue durante el vuelo que conocí a mi nueva compañera de viaje,
Rachel, una vivaracha, alegre y locuaz chica australiana de corazón pero
inglesa de nacimiento con unos ojos muy brillantes que despedían confianza y
alegría.
Basta
con poner un pie en Calcuta para darse cuenta del cambio experimentado por la
ciudad en los últimos años. Símbolo de la miseria lacerante que llevó a la
hermana Teresa a convertirse en madre de "los pobres de los pobres" y
fundar las Misioneras de la Caridad, la capital del Estado indio de Bengala
Occidental vive un espectacular crecimiento económico, que ha devuelto a sus
siempre abigarradas calles el auge y la pasión del comercio, mientras en sus
arrabales crecen parques tecnológicos y multitud de edificios que acomodan a la
nueva clase media.
Llegamos
a Calcuta; ciudad que fue un día la capital de India, una metrópoli de más de
4,5 millones de habitantes. Y después de sufrir un interminable proceso
burocrático en Inmigración del aeropuerto, proeza que me supo casi insufrible,
tuve la sensación de estar experimentando la primera de una serie de
experiencias impactantes, que estaba seguro estaba solo de iniciar la aventura.
Primero fue una bofetada de calor tan solo abrirse las puertas al salir del
aeropuerto a causa de la inminente llegada del Monzón y el segundo fue, ver una
ciudad que era como regresar 50 años en la historia y me sentí estar viviendo
una película, de los tiempos en que India era aún una colonia inglesa por
excelencia. No sé explicarlo realmente esa experiencia, no sé si eran los
autos, el ambiente o sencillamente todo. En realidad es difícil de explicar.
En
el aeropuerto de inmediato nos organizamos con Rachel y otros dos chicos para
compartir un taxi que nos llevara al centro de la ciudad. Llegamos a un lugar
muy frecuentado por mochileros... no sabía exactamente donde estaba, me había
dejado llevar por el resto del grupo y no había tiempo para buscar demasiado,
ya que había que encontrar algo y pronto si no moriríamos asados bajo el sol de
justicia de Calcuta.
Decidimos
con Rachel compartir una habitación. y durante los próximos 4 días nos
dedicamos a ir descubriendo los rincones de esta excitante ciudad. Durante
estos días hacíamos un esfuerzo extra; recorriendo sus calles a pie, teniendo
los ojos muy abiertos para no tropezar con... esos recuerdos que suelen dejar
las vacas en medio del campo, solo que aquí era en todas partes; otro shock, me
di cuenta que las vacas, como animal sagrado en India, se pasean a sus anchas
en medio de la multitud de autos y de la ciudad.
Calcuta
es una ciudad inmensa y por lo tanto caótica en extremo, hay autos que no
reparan en nada, ni en nadie... hay bicicletas, rickshaws, una especie de
carros tirados por motor, bicicletas o personas que se mezclan entre todo el
tráfico, es un caos controlado, porque aunque me cueste entenderlo cada uno va
a una velocidad trepidante, el único cuidado que tienen es no ser arrollados
por los coches y en su afán de terminar la carrera no terminan de ver lo que
tienen al lado, en frente o por detrás... a todo ello hay que sumarle el
peligro del metro que atraviesa la ciudad.
Aún
a pesar del calor casi insoportable que sufríamos durante el día, aprendí
rápidamente iniciar el día un buen té “chai” que no es más que es una bebida
típica de la India, consistente en una mezcla de té con especias y hierbas
aromáticas. Es muy consumida por las clases populares y puede adquirirse por
las calles a través de los vendedores llamados chai wallahsel y solíamos buscar
a una mujer que ponía su puesto muy cerca del hostal donde nos hospedábamos, y
era bastante curioso ver que los recipientes en los que nos servía el té eran
de barro y después de utilizados los tiraban, eran desechables. Era simplemente
una bebida sencillamente deliciosa.
Decir
que son solo las vacas quienes dejan recuerdos en las calles sería una mentira
piadosa, ver a humanos hacer sus necesidades fisiológicas en plena calle
transitada no es meramente una exageración, sino la verdad y otro shock
cultural. Fueron cuatro días de lucha perenne contra la ansiedad que da el
calor al no poder disfrutar de una cómoda noche de descanso y, como llegamos
antes del monzón, las temperaturas pueden sobrepasar, sin miedo a equivocarme
los 43- 45 grados centígrados más que hay que sumarle la altísima humedad.
La
ciudad de Calcuta fue la anterior capital de India hasta el 01 de Enero de 2001,
momento en que el gobierno se trasladó a Nueva Delhi. Durante muchos años esta fue la ciudad más
poblada de India, por delante de Bombay. El nombre de Kolkata (nombre oficial
en inglés desde 2001) están probablemente basados en la palabra sánscrita
kalikata, que es el nombre de uno de los tres pueblos que existían en el área
antes de la llegada de los británicos.
Tradicionalmente,
pues, se considera la fecha de 1690 como la de la fundación de la ciudad. Para
1699, Gran Bretaña completó la construcción de un fuerte Fort William, cuya
misión era la de servir de base militar para el establecimiento de las tropas
del Ejército británico destinadas a la región.
El
Fort William fue un calabozo donde
las tropas del Nawab de Bengala, Siraj ud-Dulah, mantuvieron a prisioneros de
guerra ingleses luego de la captura del fuerte el 20 de junio de 1756. Este
episodio de conquista de los hindúes por británicos ha sido una de las
justificaciones de su posterior política colonial en la zona.
Fue
John Zephaniah Holwell, uno de los sobrevivientes, quien afirmó primero que
luego de la toma del fuerte, soldados y civiles británicos fueron retenidos por
una noche. Según Holwell, las condiciones de hacinamiento eran tales que muchos
murieron de asfixia, calor y aplastamiento. También afirmó que de 146
prisioneros murieron 123. Aún existen dudas sobre la veracidad de estas
declaraciones, e incluso algunos historiadores han sugerido que el incidente
fue fabricado para desacreditar la imagen de Siraj. Este imponente edificio que
aunque cuenta con una negra historia arquitectónicamente es de increíble
belleza. Frente al Fuerte esta Maidan
que es un parque y un estanque que invita al descanso y es el más grande de
toda la ciudad y hasta incluso alberga el famoso campo de Cricket de Eden
Garden. Allí es donde las familias bengalíes van a descansar y a hacer un
picnic de vez en cuando.
Debido
al calor tan acuciante decidimos con Rachel que teníamos que dirigirnos a un
lugar más fresco asi que, luego de considerar seriamente cual sería nuestros
próximos pasos decidimos movernos hacia el norte, a una ciudad que únicamente
me recordaba a algunos anuncios de televisión... El té de Darjeeling. Así que
nos dirigimos a la estación de tren lo cual fue una gran sorpresa encontrarnos
que los viajeros indios se pueden contar en miles y las colas de espera son
interminables, añadiendo a que el cupo para extranjeros en los trenes es
limitado, así que únicamente logramos obtener billetes para dos días
después. También va ser muy frecuente
ver gente que duerme por horas por los suelos y pasillos de la estación así que
para llegar de un punto a otros se tiene que sortear entre gente durmiendo.
Después de dos días de espera logramos conseguir el ansiado transporte que nos llevaría a nuestro ascenso a Darjeeling.
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